La Importancia de Reconocer Las Emociones

En un mundo que se encuentra en rápido desarrollo social y tecnológico, no podemos olvidar la importancia a los temas de bienestar emocional. Muchas personas, por ejemplo, reprimimos nuestras emociones sin siquiera darnos cuenta, porque así nos han educado.

El reconocer las emociones es importante para aumentar la inteligencia emocional y un aspecto fundamental de una persona sabia, consciente y en constante crecimiento mental, espiritual y filosófico. Por ello, es importante y necesario que derribemos las paredes auto-impuestas que no dejan salir nuestras emociones.

Solo viviendo nuestras emociones intensamente es que podemos decir que vivimos la vida conscientemente, pues así aceptamos todas las vivencias emocionales que nos acontecen y aprendemos a cosechar a partir de experiencias que en su momento nos habrán parecido emocionalmente negativas.

Por esa misma razón, al abrirnos completamente a nuestra experiencia emocional, podemos disfrutar de todas aquellas emociones placenteras que nos motivan, a continuar despertándonos por la mañana. 

Importancia de reconocer inteligentemente nuestras emociones.

El mejor incentivo que podemos tener para empezar a dejar fluir nuestras emociones a través de nosotros es conocer los beneficios que nos garantizan investigaciones en el campo de la psicología.

Estos beneficios son de carácter general más que individual, pero más adelante veremos cómo es que podemos siempre beneficiarnos a un nivel personal e íntimo de reconocer nuestras emociones.

La lista trata de una publicación de la revista Annual Psychology (“Psicología Anual”), en base a una investigación que encontró aquellos beneficios que se correlacionan con el reconocimiento de emociones a través de una alta inteligencia emocional:

  • Mejores relaciones sociales para adultos. La inteligencia emocional alta en adultos se relaciona a una mejor percepción de sí mismos en cuanto a sus habilidades sociales, y a relaciones interpersonales exitosas, que incluyen amistades, noviazgos y matrimonios; todo con menor agresión y problemas interpersonales.
  • Las personas con alta inteligencia emocional son percibidas por los demás positivamente. Se reporta que otras personas piensan de aquellos con buena vida emocional que son más placenteros, más habilidosos socialmente, y manifiestan más empatía.
  • Mejores relaciones de familia e interpersonales.
  • Mejor rendimiento académico. La inteligencia emocional alta se correlaciona con mayores éxitos en los estudios.
  • Mejores relaciones sociales en el trabajo y durante las negociaciones. La inteligencia emocional alta se correlaciona con mejores dinámicas sociales en el área de trabajo en conjunto con una mayor habilidad para negociar.
  • Mejor bienestar psicológico. Se correlaciona con una alta satisfacción de vida, buena auto-estima y bajos niveles de inseguridad o depresión. 
  • Ausencia o bajo nivel de hábitos nocivos para la salud y conductas negativas.
  • Mayor compasión para sí mismos. Los individuos emocionalmente inteligentes tienden más a tener una mejor comprensión de ellos mismos y a tomar decisiones conscientes basadas en una combinación de tanto emoción como raciocinio. En general, esto lleva a la persona a la auto-actualización.

Reconocer nuestras emociones va asociado a la inteligencia emocional.

El reconocer nuestras emociones, como vemos mediante está lista, está intrínsecamente enlazado a un alto porcentaje de inteligencia emocional, que de por sí abarca la idea del reconocimiento emocional.

La inteligencia emocional es la capacidad que tenemos como personas para reconocer tanto nuestras emociones como las emociones de otros. También es la capacidad para distinguir entre estas emociones y para saber manejarlas adecuadamente, sin caer en cualquier especie de auto-manipulación o de deshonestidad con nosotros mismos.

Además de los beneficios anteriormente citados en la lista, otros estudios han demostrado que una alta inteligencia emocional conlleva mejor salud mental, rendimiento laboral y habilidades de liderazgo.

En cuanto a esto último, un estudio indica que la inteligencia emocional compone un 67% de las habilidades que se cree son necesarias para un buen líder, casi valiendo el doble que otras habilidades comparadas necesarias del liderazgo como la experiencia y el coeficiente intelectual.

Todos estos beneficios nos ayudan, tanto a nivel global, como a nivel individual. De esta forma además, el reconocimiento inteligente de nuestras emociones puede incrementar nuestro propio bienestar general, no solo psicológico.

Las personas que son conscientes de sus emociones, y además de las emociones de las personas que le rodean, poseen la capacidad para mejorar sus relaciones. También les ayuda a ver cualquier situación desde varias perspectivas y a reconocer los sentimientos que otra persona pudo haber tenido o tener respecto al evento.

Tener cultura emocional.

El reconocer nuestras emociones implica también que podemos desarrollar una especie de cultura emocional, en contraste con la inteligencia emocional, aunque ambos conceptos puedan confundirse fácilmente.

La cultura emocional, como la define el psicoterapeuta americano Claude Steiner, se trata de la habilidad para entender nuestras emociones, la habilidad para escuchar a los otros y empatizar con sus emociones, y la habilidad para expresar emociones productivamente.

Ser emocionalmente culto, significa ser capaz de manejar las emociones de manera que incremente y mejore tú poder personal y tanto tú calidad de vida individual, cómo las personas que te rodean.

Así, la cultura emocional nos ayuda a mejorar las relaciones, empezar relaciones románticas, mejorar los trabajos que ameritan cooperación, y dar paso a un sentimiento de comunidad en grupos grandes y pequeños.

¿Cómo conseguimos ser emocionalmente cultos?

El psicoterapeuta Claude Steiner descompone la cultura emocional en cinco distintas partes:

  • Conocer tus sentimientos.
  • Tener empatía.
  • Aprender a manejar las emociones.
  • Reparar problemas emocionales.
  • El resultado de todas juntas, la interactividad emocional.

Este es un concepto que tiene sus raíces en la psicoterapia, por lo que hace mucho énfasis en la interacción entre personas. Según C. Steiner, la cultura emocional se obtiene gracias al uso del diálogo y el auto-control en momentos de argumentaciones negativas.

La habilidad para estar consciente de emociones ajenas y poder leerlas nos permite interactuar con otros con mayor efectividad, y por ende hace que podamos manejar con perspicacia y precisión situaciones emocionalmente fuertes.

El resultado de todas estas habilidades con énfasis en el diálogo son definidas como interactividad emocional. El beneficio final de esta interactividad emocional es poder lidiar de manera constructiva con dificultades emocionales y así preparar un presente y futuro ideales en nuestras vidas, individual e interpersonalmente.

Como podemos ver, para Claude Steiner el ámbito interpersonal y social es de importancia máxima, aunque no exclusiva. En torno a esta teoría psicológica, creía que el poder personal podía incrementarse y a su vez las relaciones podían transformarse; cambiar y mejorar.

Sin embargo, el cultivarse y enriquecerse emocionalmente siempre empezaba por la persona individualmente, y por ende se recomienda que uno busque dentro de sí, en su mundo interno, todas las potencialidades que aguarda, para luego aplicarlas a su ámbito social.

En cierto sentido, esta cultura emocional ópera de menor a mayor, y comparte su esencia central con otras filosofías de la historia de la humanidad que afirman que debes primero cambiarte a tí para luego hacer un cambio en el mundo.

Tener auto-estima y empatía simultáneamente. El efecto de reconocer las emociones.

Como hemos venido desarrollando, los beneficios de reconocernos y culturizarnos emocionalmente no solamente están allí para nosotros, sino que también nos ayudan a hacer un cambio a nuestro alrededor, a entender a los demás y a relacionarnos con un entendimiento mejor y más compenetrado.

Por ello, tomando en cuenta esta especie de efecto bidimensional, podemos dividir las grandes recompensas del reconocimiento emocional: la auto-estima, a nivel individual, y la empatía, a nivel social-interpersonal.

Comenzando con la auto-estima, y entendiéndose como la evaluación subjetiva que tenemos de nuestro valor, ésta se trata del centro de gravedad para todo bienestar mental, emocional y general.

La auto-estima no tiene que ser el primer pilar por sobre el cual construyamos nuestra vida y éxito, pero definitivamente será una característica presente y cada vez más desarrollada si nos dedicamos a continuar aprendiendo, viviendo, comprendiendo y sintiendo profundamente.

La auto-estima irá mejorando a medida que nos interesemos y preocupemos por nuestra inteligencia emocional, por nuestra auto-actualización, por nuestro reconocimiento emocional, por nuestra empatía.

Esto no significa que no podamos dejarla atrás, sin embargo, y por ello debemos mantenerla en nuestra lista de prioridades en todo momento.

La importancia de la auto-estima yace en que sin ella, la salud psicológica no es posible. Para una salud psicológica completa, la persona debe aceptarse fundamentalmente a sí misma, debe respetarse y quererse tanto por otros como internamente.

Es de esta manera que la auto-estima, el lado individual del reconocimiento emocional, se liga a la empatía, que vendría siendo el lado colectivo o social-interpersonal de estos beneficios.

La empatía, entendiéndose a su vez como la capacidad para comprender o sentir lo que otra persona está experimentando desde su margen de referencia, o en otras palabras, ponernos en los zapatos de la persona; es un beneficio de ámbito social y de ámbito interpersonal (incluyendo el ámbito de amor) por la simple razón de que sólo a través de la empatía es que podemos genuinamente compenetrarnos emocionalmente con el mundo interno de las personas que amamos o interactuamos.

Esto nos podría sugerir que la empatía es una de las más importantes de las enseñanzas que adquirimos a través del reconocimiento de nuestras emociones.

En esa entramada fórmula, a través de conocer nuestro mundo emocional nos conlleva no a enfocarnos egoístamente en nosotros mismos, sino que nos lleva a conocer el mundo emocional de aquellos con los que convivimos.

Las emociones motivan la conducta individual de una persona para inclinarse a ayudar en cualquier situación comunal, a tener un impacto sobre su comunidad. Esto también nos abre a sentir intensamente gratitud, lo cual conlleva a más y más conductas en pro de nuestro ambiente social.

La relación estrecha entre empatía y altruismo también nos puede enseñar a importarnos más por el bienestar colectivo y de largo plazo.

Además, todas las sensaciones que este tipo de conductas genera internamente son de tanto agrado para nosotros como personas, que nos puede inspirar  buscar de cualquier manera continuar el estado psicológico y general positivos, creando así un hábito a través del tiempo de continua ayuda a las personas de nuestra comunidad, sin dejar de lado a las amistades y familiares. 

Conclusión.

Este altruismo externo que hace efecto en nuestras relaciones amorosas, familiares, sociales y de comunidad, no se logra, sino a partir de la empatía; la empatía se logra a través de la alta auto-estima; la auto-estima se incrementa cuando tenemos una cultura emocional, que hace contraste a una cultura intelectual o artística.

Además, la auto-estima depende inherentemente de nuestra inteligencia emocional, es decir, nuestra capacidad para reconocer y manejar nuestras emociones; y es esta misma capacidad de reconocer nuestra emociones la que se mantiene como el origen de todos estos beneficios para el bienestar total (mental, emocional e integral) tanto nuestro como de nuestro alrededor.

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