El Poder De Las Afirmaciones Positivas

Hemos visto el poder de las afirmaciones positivas en las películas a pocos minutos de ese momento final, antes de competir, de dar una charla, de dar un espectáculo, etc., aunque nadie lo vea, el personaje se habla a sí mismo frente al espejo, verbalizando y afirmando sus atributos, sus fortalezas y cómo tiene “todo bajo control”.

El poder de las afirmaciones positivas es que puede ayudarnos a lidiar con situaciones de estrés y/o amenazas manejables, además de mejorar el rendimiento académico y la salud. Estas son características que podemos aplicar a todo tipo de situación en la que necesitemos disminuir la ansiedad que le preside a actividades que nos ponen nerviosos, ayudándonos así a disfrutarlas más.

Esto no se trata de un simple cliché. El cerebro humano es altamente sugestionable, y aunque esto pueda ser muchas veces la causa de todo tipo de trampas y distorsiones mentales auto-impuestas o impuestas sobre nosotros de las que no somos conscientes, también podemos darle un giro positivo y preparar nuestra propia mente para ser retroactivamente la fuente de nuestro bienestar y éxito.

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Afirmaciones positivas. ¿Qué son y beneficios?

Las afirmaciones positivas provienen de una teoría psicológica de la auto-afirmación, que se enfoca en cómo las personas adaptamos la información que recibimos o las experiencias que vivimos como amenazantes o desafiantes en torno al concepto de nosotros mismos. Es decir, el cómo estas experiencias nos moldean como personas.

La teoría establece que si reflexionamos sobre aquellos valores que son importantes para nosotros, habrá tendencia a experimentar menos estrés y a reaccionar a la defensiva al ser confrontados con información que contradice o amenaza nuestro concepto del yo.

A través de distintas investigaciones, está teoría de la auto-afirmación ha sugerido que está reflexión puede ayudar a los individuos a enfrentarse a aquellas situaciones imprevistas y esperadas que plantean alguna duda sobre quiénes somos y cómo nos comportamos.

La autoafirmación es así el mecanismo por el cual podemos realizar afirmaciones positivas para ayudar a controlar nuestros nervios, actuar prudentemente ante situaciones que lo ameriten y a realizar actividades con un buen balance entre rendimiento y relajación.

Además, la autoafirmación funciona como una herramienta para autoregularnos y estar conscientes de nuestras fortalezas y debilidades. Al tener un sentido del yo que sea flexible, podemos reconocer nuestros atributos positivos útiles en casos donde nuestras debilidades están expuestas. Esto nos permite adaptarnos al momento de una amenaza, de menor a mayor nivel.

El verse envuelto en actividades que promuevan nuestros valores, creencias y atributos puede ayudarnos a fortalecer nuestra integridad personal y nuestra autoestima, reduciendo en el proceso la importancia de todas aquellas cosas que podamos considerar nocivas para nuestro bienestar mental.

Recordarnos de estos valores nos ayuda a mantenerlos siempre presentes como elementos que nos definen en todo momento. Este cambio de perspectiva hace que la atención hacia agentes negativos sea más general, donde vemos toda nuestra situación dentro de un contexto más amplio.

Las autoafirmaciones pueden ocurrir tanto en la reflexión, cómo en la actividad. Podemos reflexionar sobre valores personales relevantes, creencias y roles que nos definen, así como podemos realizar actividades que evoquen estos valores y nos hagan sentirnos, como por ejemplo pasar tiempo con nuestra familia o ayudando a la comunidad.

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Factores que influyen en nuestras afirmaciones positivas.

Dependiendo de la cultura podremos ver cómo ésta influye en los procesos de auto-afirmaciones positivas.

Están las culturas individualistas, donde la costumbre es enfocarnos en el yo, y donde la independencia individual es un concepto central, y las culturas colectivistas, donde hay menor tendencia a proteger nuestra autointegridad debido al poco énfasis que se da a la autoestima dentro de la cultura.

A pesar de que estos dos tipos de cultura se diferencian, las auto-afirmaciones ejercen resultados positivos en amas sin distinción. Sin importar el contexto cultural, las personas que se afirman a sí mismas poseen mayor estabilidad psicológica con la cual enfrentarse a una situación.

Estudios previos han demostrado que personas que además poseen alta autoestima tienden más a utilizar afirmaciones positivas a la hora de aliviar el estrés psicológico de una situación, por encima de otros mecanismos usuales como la racionalización, donde buscamos explicar parcialmente todo lo que nos está sucediendo para darle una estructura reconocible.

La autoafirmación es una herramienta efectiva cuando somos confrontados con presiones de nuestras vidas.

Específicamente, las relaciones interpersonales (como las románticas) son por ejemplo un área de la vida donde la afirmación positiva en conjunto puede ayudar con ciertas ansiedades y agentes de estrés.

El proceso afirmativo puede realizarse escribiendo oraciones positivas sobre nuestra pareja hacia uno mismo, como cuánto cuidan de nosotros o qué tanto apreciamos el amor que nos dan.

Dentro de la misma área de relaciones interpersonales, las afirmaciones positivas pueden ser uno entre otros factores que contribuyen a la estabilidad en la relación de pareja.

Mientras que la comparación social en la que nos contrastamos con una persona que consideramos más capaz o más deseable, suele ser una amenaza a la integridad de la relación, cuyo efecto negativo podemos controlar con la autoafirmación de nuestros atributos y dándole énfasis a la calidez y entendimiento que la relación posee.

Desde un plano un poco más amplio, las afirmaciones positivas también pueden tener una utilidad colectiva al reducir el nivel de estrés producido por amenazas en la forma de opiniones negativas acerca de grupos a los que pertenezcamos, como lo son la raza, el género, o la afiliación con ciertos lugares u organizaciones, inclusive equipos de deporte o partidos políticos.

Las afirmaciones como método de autocontrol.

Otra función de la afirmación positiva es el aumentar nuestro auto-control, sin importar si se encuentra en nivel regular o significativamente reducido.

Así pues se crea una relación entre la autoafirmación y la autoregulación, lo cual nos puede beneficiar desde la solidificación de nuestro sentido del coraje, a posibles tendencias de procrastinación (dejar deberes para más tarde constantemente).

La Revista de Psicología Social y de la Personalidad ha publicado estudios muy interesantes sobre este tema, realizados por miembros de las Universidades de Texas y Minnesota, Brandon J. Schmeichel y Kathleen Vohs.

El enfoque principal alrededor del cual han basado sus esfuerzos investigativos es el conjunto de factores que ayudan a reducir la probabilidad de fallo en el autocontrol. Como estrategía de intervención fue utilizada la autoafirmación.

Aquí, la autoafirmación es definida como aquellos eventos de conducta y cognitivos que sostienen, mantienen y refuerzan la integridad que percibimos de nosotros mismos.

Algunos ejemplos de estos eventos pueden ser el recibir comentarios positivos de parte de otras personas y la reflexión sobre los aspectos positivos que poseemos individualmente.

Sin embargo, la variación de la auto-afirmación en el que más se concentró el estudio fue el que ambos investigadores consideran el más esencial: la verbalización de los valores de la persona.

Es decir, delinear mediante palabras ya sean escritas o habladas aquellas cosas que nos son más importantes en la vida.

La lógica detrás del uso de la autoafirmación como estrategía para aumentar el autocontrol es que el acto de autoafirmarse le permite a las personas responder a algo de una manera contraria a la respuesta automática que suelen darle.

En otras palabras, la autoafirmación contrarresta hábitos de acción, lo cual esencialmente es auto-controlarse, volviéndose así nuestras acciones en actos conscientes en vez de inconscientes e incontrolables.

Sus resultados, en cada uno de los cuatro estudios realizados, el potencial de agentes que podían amenazar la integridad (malestar del yo) de las personas participantes fue completamente eliminado en aquellos a los que se les enseñaba a expresar para sí mismos sus valores centrales de vida.

También se concluyó que la auto-afirmación contrarresta el malestar del yo al promover niveles más altos de capacidad mental. El proceso de autoafirmación así ayudó a cambiar la forma en que los participantes pensaban sobre sus metas, pensándolas de una manera más relacionada a sus valores, otorgándoles mayor importancia y motivación de lograrlas.

Los investigadores así concluyeron que la autoafirmación actúa como una defensa poderosa contra comentarios negativos y otras amenazas a nuestra integridad mental.

Combinado esto con evidencias previas, la autoafirmación ayuda a contraatacar amenazas a la autoestima, además de fortalecer el auto-concepto de nosotros mismos y mejorar la función autoreguladora, es decir, el autocontrol, permitiendo mayor dominio sobre las respuestas, actitudes y conductas que realizamos.

Las afirmaciones positivas como tendencia natural y filosófica

Citando nuevamente a los autores de la investigación anterior, se ha descrito la teoría psicológica de la autoafirmación como una “nueva ciencia del alma”, donde se propone que los seres humanos han construido afirmaciones positivas de sí mismos como mecanismo evolutivo al que actualmente tendemos de forma natural e instintiva, debido a que evolutivamente han reducido la ansiedad asociada a la posibilidad de la muerte.

Así, a pesar de lo inevitable del fallecimiento humano como ser mortal, somos capaces de autoafirmar nuestro significado de vida y nuestro sentido de ser.

Se revela de está manera que la autoafirmación es un tema profundamente existencial. Y en consecuencia, el fracaso del autocontrol es también un problema de está índole, que debe ser modificado a través de la toma de conciencia respecto a los valores centrales y al significado que se le da a la vida propia y a la comunidad a la que pertenecemos.

Esto es algo que se puede relacionar con nuestra sensación de “coraje”. El teólogo del siglo XX, Paul Tillich, ha enlazado ambos conceptos, escribiendo que el coraje es la autoafirmación de ser a pesar del hecho de no ser, como el acto donde el yo individual confronta la ansiedad de la inexistencia al afirmarse a sí mismo como parte de un todo o como un ser individual.

En este caso, debido a su naturaleza teológica-filosófica, la autoafirmación es una forma de trascendencia que le permite a la persona ver más allá de la situación actual (como cansancio o enfermedad) para encontrar la fuerza de autoregularse.

Este teólogo además afirma que la alegría es un ingrediente esencial de la autoafirmación que hacemos de nosotros mismos, lo cual significa que cuando aceptamos tener el coraje de decirle que a nuestro verdadero yo, la expresión emocional que surge de nosotros es la alegría.

Todo esto en conjunto nos ayuda a entender que las afirmaciones positivas, que forman parte del concepto psicológico más global de autoafirmación, son todas esas palabras y oraciones que nos recuerdan a nosotros mismos todas las fortalezas, valores, atributos, significados, motivos y demás con los cuales podemos enfrentarnos al desafío del presente.

Lo cual todo forma parte de una red que incluye la autoregulación, la autoestima, el auto-concepto, entre otros. Por ende, no es sorpresa que sea una herramienta utilizada por atletas y funcionarios públicos a la hora de sufrir de los nervios antes de competir o realizar un acto.

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