El Poder de la Actitud Y Tus Resultados


En ocasiones nos preguntamos qué nos hace falta para alcanzar el éxito de nuestros proyectos. Podemos pensar en todo tipo de factores externos como contacto o dinero, pero tal vez estamos olvidando un factor importante que viene de dentro de nosotros: la actitud.

¿Cuál es el poder de la actitud? Este poder yace en que nadie nos puede quitar nuestra actitud, pues es una decisión propia de afrontar el destino con la frente en alto y llenos de confianza. La actitud nos ayuda a dar lo mejor de nosotros y obtener los mejores resultados.

La actitud se puede definir como la combinación y alineación de pensamientos, sentimientos y acciones. Tus pensamientos controlan cómo te sientes, al sentirte de una u otra manera, actúas y estas acciones crean tus resultados.

En el programa «liderar el cambio» de Earl Nightingale se refiere a la actitud como «la palabra mágica» y nos dice:

Una gran actitud no es el resultado del éxito, el éxito es el resultado de una gran actitud.

Accede al poder de la actitud.

Primero tienes que tener la actitud correcta y luego tendrás éxito; y no puedes tener éxito sin tener la actitud correcta.

Puede que tengamos los recursos monetarios para un proyecto o que tengamos los contactos de negocio adecuados. También puede ser que hemos estado dando el cien por ciento en nuestros esfuerzos de salir adelante.

Repasamos todo esto y sentimos que lo estamos dando todo, pero todavía no pareciera haber frutos, y culpamos al destino o a la suerte.

Esta es una terrible trampa con la cuál es muy fácil engañarnos a nosotros mismos. Comenzamos a darle la responsabilidad de nuestra vida por completo a fuerzas sobre las que no tenemos ningún control.

Si bien podríamos tener un sistema de creencia que le dé énfasis al concepto de destino, tampoco puede ser bueno que nos dejemos llevar como una piedra en la corriente de un río.

También podemos recurrir a tratar de imitar a aquellas personas exitosas con fama y dinero que admiramos o envidiamos, estudiando qué es exactamente lo que las ha hecho triunfar en sus campos de trabajo. 

No se trata de una mala estrategia y podemos aprender mucho a partir de los tips y consejos que ofrecen en entrevistas o en alguna autobiografía.

Pero si ignoramos la importancia de la relatividad y la existencia de contextos diferentes, entonces terminaremos tratando de seguir paso a paso un sendero que no puede ser exactamente igual en nuestra propia vida como lo fue en la vida de otro.

Cada persona tiene su contexto y sus circunstancias específicas, algunas más generales, otras muy individuales, particulares y únicas.

Si deseamos aplicar un modelo de vida ajeno a nuestra propia vida, debemos saber adaptarlo a nuestras condiciones y necesidades, saber traducirlo del contexto ajeno al contexto propio.

A todas estas, si nos enfocamos mucho en esos aspectos externos, se nos olvida buscar dentro de nosotros.

Si observamos adentro y pensamos con lógica, podemos ver que tenemos la opción, el derecho, e incluso el deber, de tomar la responsabilidad de nuestra propia suerte, de nuestro propio destino, aunque sea sólo en el reino de nuestras humildes posibilidades humanas.

De eso trata la actitud. No es solamente una forma de afrontar la vida que podemos asumir, como una armadura y espada que nos colocamos, sino que la actitud también es una fuerza dentro de nuestra mente, completamente inherente.

Podemos tener muchos tipos de actitud, pero tomando conciencia sobre ella, consiguiendo conocimiento, podemos siempre ponerle al uso de nuestra motivación y metas.

Las funciones de la actitud.

¿Cómo y para qué nos funciona la actitud, tanto inherente como adoptada?

Distinguiendo de antemano la inherente como la actitud con la que nacemos, formada a partir de nuestra herencia genética, nuestra predisposición y nuestra crianza.

La adoptada como un conjunto de comportamientos, filosofía, perspectiva y manera de conducirnos ante una situación que decidimos conscientemente tener en pro de una mejor calidad de vida.

Los investigadores han tratado de entender por qué las personas mantienen ciertas actitudes particulares o por qué mantienen actitudes generales al considerar cómo éstas afectan a la persona en sí.

El psicólogo americano Daniel Katz explica que las actitudes pueden servir funciones de naturaleza instrumental, adaptativa, utilitaria, protectora del yo o de conocimiento.

Esta es una teoría que sugiere que para que las actitudes de una persona cambien, se debe de ofrecer un cambio a la función que una actitud particular cumple dentro de la persona. 

Si una persona se considera a sí misma tolerante de otras, pero posee algunas actitudes de xenofobia, por ejemplo, se podría cambiar estas actitudes enfocando la atención consciente del individuo en su auto-imagen, con el fin de concentrarse en una mayor consistencia entre su auto-concepto y su tolerancia hacia otras personas.

Las cuatro maneras en que Katz clasifica las actitudes basadas en su función son:

  1. Utilidad.
  2. Conocimiento.
  3. Autodefensa.
  4. Expresión de valores.

La actitud de utilidad.

También llamada utilitaria, son actitudes que las personas adoptamos porque nos recompensan y nos hacen evadir castigos, adoptándolas entonces en torno al interés personal y en base a la ley de placer y dolor.

Son todas aquellas decisiones que tomamos debido a que son prácticas, como el ahorrar durante una transacción de negocios, o comprar muchos productos a la vez para evadir comprarlos constantemente en el futuro.

La actitud de conocimiento.

Nace a partir de que las personas necesitamos mantener una visión del mundo que sea organizada, que tenga significado y sea estable. En esto se basa esta actitud, junto con valores importantes y principios generales que le den forma a nuestro conocimiento. 

Se puede manifestar a través de creencias como “Yo creo en que soy una buena persona”, o “Yo creo en que cosas buenas le suceden a personas buenas”.

Esta es una actitud que se puede tomar para afrontar con resiliencia las situaciones y pormenores.

La actitud de autodefensa.

Está basada en principios de la teoría psicoanalítica, donde se explica que las personas usamos mecanismos de defensa para protegernos de daños psicológicos, los cuales incluyen la negación, la represión, la proyección (atribuir nuestras propias emociones o creencias a otra persona) y la racionalización.

Esta es una actitud que para bien o para mal defiende nuestra estabilidad mental de alguna forma u otra, al ser confrontados por alguien o algo.

Por ello, solemos usar la autodefensa cuando sufrimos una frustración o infortunio, pero también puede ser una herramienta útil para defender aquello en lo que creemos.

La actitud de expresión de valores.

Sirve para, como su nombre lo indica, expresar nuestros valores centrales y el auto-concepto que tenemos de nosotros.

Estos valores centrales tienden a establecer nuestra identidad y a obtener aprobación social, lo cual funciona como una acción reafirmante de quiénes somos y en qué creemos.

Esta es una actitud que suele ponerse de manifiesto en las creencias políticas.

El cambio de actitud a través de las emociones.

Las actitudes que desarrollamos individualmente y las que adoptamos pueden ser cambiadas a través de la persuasión.

Muchas de las investigaciones que se han realizado al respecto se han enfocado en las respuestas a la comunicación para el cambio de actitud, así como la relación entre emoción y actitud.

La emoción es un componente común en el arte de la persuasión, en la influencia social y en el cambio de actitudes.

El esfuerzo investigativo hasta ahora ha dado mucho énfasis a la importancia de estos componentes emocionales y afectivos. La emoción funciona mano a mano con el proceso cognitivo, es decir, la forma en la que pensamos respecto a un tema o a una situación.

Por esto es que los incentivos para respuestas emocionales se encuentran comúnmente en publicidades, campañas de salud y en mensajes políticos.

Las actitudes son funciones de componentes cognitivas y afectivas, por lo que son parte de la red de asociaciones del cerebro. Así es como es fácil llegar a través de nuestras emociones hasta nuestras actitudes y cambiarlas.

Al activar un componente emocional o afectivo, se hará posible el cambio de una actitud, debido a la interposición de componentes afectivos y cognitivos.

Desde nuestras emociones, se nos es más difícil responder con argumentos cognitivos para resistir la persuasión y el cambio de actitud que ésta conlleva.

Cualquier emoción puede ser utilizada con fines de persuasión, incluyendo la envidia, el disgusto, la indignación, el miedo, la perturbación y la ira.

El miedo, por ejemplo, ha sido uno de los componentes emocionales más estudiados en investigación de influencia social y de comunicación. 

Por ello debemos tener cuidado de cómo recibimos información externa desde un punto de vista emocional y cómo esto afecta nuestras actitudes respecto a un tema o persona.

Algunos factores importantes que influyen en el impacto de respuestas emocionales son la autoeficacia, la accesibilidad de las actitudes, la relación que se tenga con el tema en cuestión, así como las características del mensaje y/o fuente de persuasión. 

La autoeficacia es la percepción que tenemos de nuestra propia responsabilidad, es decir, nuestra habilidad para lidiar con una situación.

Se trata de una variable muy importante en la respuesta emocional a mensajes externos ya que es la que dictamina la habilidad que tiene una persona para lidiar tanto con la emoción como la situación paralelamente.

Por ejemplo, si una persona no es autoeficaz acerca de su habilidad para impactar el medio ambiente, entonces no serán capaces de cambiar su actitud y comportamiento respecto al calentamiento global.

Conexión entre nuestra actitud y nuestra conducta.

En cuanto a los efectos que la actitud tienen en nuestra conducta, se han desarrollado dos enfoques teóricos al respecto:

  • La teoría de la acción razonada.
  • La teoría de la conducta planeada.

Ambas ayudándonos a explicar la conexión entre actitud y conducta como un proceso controlable.

Con la teoría de acción razonada, hablamos de un modelo para predecir la intención de una conducta, lo cual a su vez se expande en predicciones sobre la actitud y predicciones sobre la conducta.

Así, es una teoría principalmente usada para predecir cómo las personas se comportarán, basándose en actitudes preexistentes y en intenciones comportamentales.

De esta teoría podemos aprender que la decisión de una persona para envolverse en un comportamiento particular se basa en los resultados que la persona espera que se den al comportarse de tal manera. 

Es una actitud donde estamos calculando cuidadosamente cómo nos comportamos en pos de obtener algo específico, y puede sernos útil cuando ya hemos comprobado que funciona, como lo podría ser sonreír y dar un fuerte apretón de manos al conocer a personas en el ámbito laboral.

Por su lado, la teoría de la conducta planeada nos propone que si una persona evalúa como positiva una conducta sugerida, y si cree que las personas cercanas a él desean que realice esa conducta, esto resultará en una mayor motivación, haciendo más propensa a esa persona para realizar dicho comportamiento. 

Se trata de una teoría con los mismos componentes que la anterior teoría de acción razonada, pero con el elemento adicional de que la persona intenta controlar conductas externas que están más allá de su control.

Esta es una conducta que puede ser utilizada positivamente cuando deseamos crear un ambiente más saludable y agradable en nuestro entorno familiar, en nuestro grupo de amistades o en nuestra área de trabajo, debido a que observamos las conductas que nuestros compañeros encuentran placenteras y buscamos continuar realizándolas por el bien grupal.

El poder de la actitud y tus resultados.

La actitud y los resultados no se pueden separar, una sigue a la otra como la noche sigue al día. Si vemos los resultados que estás obteniendo y seguro que seremos capaces de relacionarlos con nuestra actitud.

La ley de causa y efectoOpens in a new tab. nos dice que para todo resultado hay algo que lo originó, una persona es lo que piensa todos los días. Los resultados que obtenemos fruto de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, es decir nuestra ACTITUD.

Ya sea que creamos en el destino, en la suerte o meramente en que la mayor parte de lo nos sucede en la vida es cuestión de probabilidad, el saber adoptar actitudes con las que afrontar las situaciones de la vida siempre será una decisión positiva para nuestro desarrollo humano.

Ya sea como miembro familiar, como amigo, como trabajador, como jefe, o como miembro de la sociedad.

Asimismo, debemos recordar el poder que las emociones tienen sobre nuestras actitudes, sabiendo distinguir en cuándo respondemos de manera emocional y cuándo de manera meramente lógica.

Sin embargo, tampoco se debe subestimar la importancia de las emociones, ya que tienen una relación muy estrecha con nuestros valores de vida.

Afrontar las situaciones de la vida con una actitud positiva, y con conocimiento de cuáles son los componentes emocionales y cognitivos de nuestras actitudes, es una buena decisión que tomar para continuar creciendo como ser humano.

Para concluir recuerda que la actitud es como un caucho espichado hasta que no la cambies, no irás a ningún lado.

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Ricardo

Hola! Mi nombre es Ricardo y soy autor del blog Expande Tu Mente. Me gusta escribir y compartir ideas que pueden tener un impacto positivo en la vida de las personas.

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