¿Por Qué Perdemos El Tiempo? Noción Del Tiempo
Por qué no le damos la verdadera importancia que tiene el tiempo en nuestras vidas. Es decir el tiempo es un recurso limitado y aún así lo tratamos como si fuera ilimitado.
La razón por la que perdemos el tiempo es por la noción que tenemos sobre él y debido a mecanismos en nuestra mente. Pensamos en el tiempo como un recurso ilimitado, nuestro cerebro no se percata del pasar del tiempo, una misma cantidad de tiempo puede ser percibida corta o larga, además de la manera en que usamos nuestra atención y otros factores.
El tiempo es considerado por algunos como una ilusión, pero no hay duda de que el tiempo pasa y se agota para nosotros, y que durante nuestras vidas no estamos siempre conscientes del pasar de los segundos, minutos y horas.
Si bien podemos chequear constantemente el reloj o escuchar mediante la radio anuncios sobre la hora, no es posible estar siempre pendiente del tiempo, por lo que es común que al menos una vez al día nos sorprendamos con todo el tiempo, que pasamos durante alguna actividad.
Nuestro cerebro posee su propio reloj interno, el reloj circadiano, con el que podemos despertarnos y tener una noción de tiempo, sin la necesidad de un reloj. Aún así, este mecanismo no es suficiente para medir con precisión el tiempo que se nos va de las manos en ciertas actividades o momentos del día.
¿Por qué perdemos el tiempo?
Gran parte del porqué perdemos el tiempo tiene que ver con la noción que tenemos de él.
Usamos el tiempo como un recurso ilimitado, cuando en realidad es un recurso limitado que se nos agota a todos.
Cuántas veces no nos encontramos perdiendo el tiempo en actividades de poco valor y que no son acorde con las cosas que queremos conseguir.
Nos olvidamos de que solo estamos aquí un tiempo limitado, que no sabemos el tiempo exacto que nos queda por vivir y que debemos aprovechar ese tiempo de la mejor manera posible.
Pero ¿por qué lo hacemos? ¿Será por qué no nos hemos sentado a pensar en la importancia del tiempo?
Somos frugales con recursos en los que no deberíamos serlo por ejemplo el dinero. Y mal gastamos, como si nunca se fuera a agotar, recursos escasos como por ejemplo nuestro tiempo.
Este artículo tiene la finalidad de despertar la conciencia sobre la importancia del tiempo y por otro lado explicar algunos conceptos sobre por que perdemos la noción del tiempo y algunas técnicas para evitarlo.
Evita perder tiempo.
Algo clave para evitar perder el tiempo es considerar la verdadera importancia que tiene. Empezando por considerar aspectos como:
Si este fuera mi último día en la tierra, ¿realmente quisiera estar haciendo la actividad que estoy haciendo?. Esto te ayudará a evitar posponer actividades que siempre has querido hacer.
Las personas posponen cosas importantes, que realmente quieren hacer, por permanecer haciendo actividades, que no quieren hacer.
Como la persona que quiere dejar su empleo y empezar un negocio, el que quiere escribir un libro o estudiar una nueva carrera, todo eso puedes empezar a hacerlo hoy.
¿Por que posponerlo? Como si el tiempo fuera ilimitado.
Todos pueden hacer un estudio de mercado sobre un negocio que quieran hacer HOY, todos pueden escribir la primera página de su libro HOY y todos pueden empezar a leer un nuevo libro sobre la nueva carrera que desean emprender HOY.
Ninguna de esas actividades requieren dinero, lo único que requiere es un cambio en las prioridades.
Noción del tiempo.
Existe tres concepto que te ayudarán a entender por que perdemos el tiempo y la noción que tenemos sobre él:
- El presente especioso.
- El efecto temporal del aburrimiento.
- El tiempo psicológico.
A continuación verás cada uno de ellos de forma detalla que te ayudarán a entender como el tiempo se te escapa de las manos.
El presente especioso.
La idea que tenemos de las cosas que suceden en el “presente”, cada vez que lo estamos viviendo sin pensar en pasado o futuro, es el presente especioso.
A pesar de su nombre, se trata más bien de un pasado inmediato que se va de la mano como arena.
Es difícil separar el presente como tal de lo que creemos que es el presente, cuando en verdad se trata de un pasado reciente, es decir, vemos como “presente” algo que en realidad acaba de suceder y ahora se encuentra en el pasado de hace unos pocos segundos.
Las palabras que lees en este momento son vividas por una molécula de segundo en el presente especioso y luego pasan al pasado con muy poca diferencia de tiempo de ambas, pero es una diferencia importante.
“Al oyente le parece que todas las notas del compás de una canción están contenidas en el presente […]. En el instante que terminan, no les parece que haya ninguna parte del tiempo medido en el pasado”
Así escribe el creador del término, poniendo de manifiesta la forma sutilmente y perfectamente en que percibimos las cosas que vamos experimentando o que van sucediendo.
Entonces, junto a este presente pretencioso se pueden definir otros tres tipos de tiempo.
Antes de él, se encuentran el pasado que se nos hace obvio (hace unos segundos, hace unos minutos, hace unos años), el presente especioso que como ya decíamos es lo que creemos que es el presente pero en realidad se trata de un pasado inmediatamente e inconscientemente reciente, luego el presente real y por último el futuro.
A pesar de que podamos referirnos a un “presente real”, el problema en cuestión es que estar plenamente consciente de él es extremadamente dificultoso.
Incluso estar pendientes del presente especioso tal cual va sucediendo a cada segundo, con cada letra o palabra que estás leyendo aquí, es un esfuerzo que termina en algún momento fisurado por nuestra noción imperfecta de tiempo.
El presente especioso es, en fin, esa corta duración de tiempo de la que estamos conscientes que acaba de pasar.
Este es un tema altamente complejo de filosofía pero que nos puede ayudar a comprender la noción del tiempo en las personas y el por qué es tan fácil perderlo.
Estar consciente de cada segundo que pasa es una tarea en extremo laboriosa para nuestros cerebros, entonces si estamos sumergidos en la experiencia de leer un libro, de ver televisión, de jugar un videojuego o haciendo ejercicio, se nos será más difícil aún, porque ya nuestro cerebro está concentrado en una actividad.
La meditación puede ser considerada una forma en la que nos concentramos plenamente en el presente real, aunque caigamos mayormente en el especioso durante una sesión.
A través de su práctica podemos notar que cuando deambulamos en nuestros pensamientos no hay noción del presente, hasta que recordamos concentrarnos en él, y al menos por una fracción de segundo se logra mantener en el presente real, antes de volver a escurrirse.
Acerca de esto escribe el filósofo Ken Wilber en su libro «La conciencia sin fronteras«, acerca de un presente temporal, muy parecido al presente especioso del que estamos hablando aquí, y un presente eterno, con el cual entramos en contacto por muy poco tiempo y que requiere llegar a la profundidad de nuestra conciencia a través de distintas técnicas tomadas de varias culturas.
El efecto temporal del aburrimiento.
Un factor que podría muchas veces influenciar la forma en que percibimos el tiempo es el aburrimiento.
Definiendo a éste como una emoción experimentada cuando nuestra atención está libre de estímulos en los que concentrarse o con los cuales distraerse, debido a estar en un ambiente donde nada de interés está sucediendo.
No es raro sentir que cuando estamos aburridos el tiempo pasa más lento de lo normal. Esto se debe a que nuestro cerebro experimenta ilusiones del tiempo, que tratan de distorsiones que ocurren en nuestra percepción del tiempo.
Podríamos por ejemplo pensar que cuando nos dan un tiempo corto se siente demasiado largo, mientras que cuando nos dan un tiempo largo para algo, se siente que no es suficiente, que es demasiado corto.
El aburrimiento es una emoción que a nadie le suele gustar, pues ocurre una contradicción frustrante dentro de nosotros donde no hay nada interesante que hacer o algo de lo que nos tengamos que encargar, pero tampoco estamos en un estado en el que necesitemos descansar.
Hay una necesidad de actividad en presencia de una situación de inactividad.
Esto nos motiva a intentar rechazar el aburrimiento, queriendo que se termine la situación en la que nos encontremos, como por ejemplo la sala de espera de un dentista.
Si el tiempo que pasamos esperando es suficientemente largo y no hay nada que hacer, entonces nos parecerá más largo de lo que en realidad es.
Al no tener nada en lo que concentrarnos o preocuparnos, nuestra atención se dirige hacia el paso del tiempo. Vemos el reloj a cada momento y nos sorprendemos en lo mucho que se tarda en pasar un solo minuto.
En un estudio realizado de psicología, se encontró que las personas propensas al aburrimiento suelen percibir el tiempo más lentamente durante una actividad aburrida, como lavar los platos, percibiéndolo incluso más lento que aquellas personas menos propensas al aburrimiento.
¿Qué es lo contrario al aburrimiento? El estado de flujo, que se trata del estado en el que más disfrutamos de una actividad, como puede ser el jugar nuestro deporte favorito.
El estado de flujo es algo que caracteriza a las personas creativas y enérgicas y se suele recomendar buscar este estado para un bienestar de vida.
Mientras que el aburrimiento es un estado donde no hay nada que capte la atención, el estado de flujo es uno donde toda nuestra atención es ocupada casi por completo por estímulos que la ameritan, alejando así la atención en el pasar del tiempo, y la percepción de éste, volviéndose entonces más corta, como lo manifiesta la frase de “el tiempo pasa volando cuando uno se divierte”.
El tiempo psicológico.
Podemos definir tiempo psicológico como aquella impresión del tiempo que poseemos, que es susceptible a nuestras emociones, siendo afectada de diferentes formas según diferentes mecanismos de la mente.
Va muy de la mano con el mecanismo anteriormente descrito de reloj circadiano, pero hace más énfasis en el ámbito emocional que en el puramente biológico. Es aquel tiempo que sentimos que pasó, como al decir “sentí que el tiempo pasó rápido en nuestra cita”.
El tiempo psicológico se reconoce como una experiencia subjetiva, es decir, una experiencia que sólo nosotros mismos podemos entender. Sí bien podemos entre varias personas llegar a un acuerdo de cómo se sintió el pasar del tiempo en algún momento, pero la manera exacta en que lo experimentamos cada uno por nuestra cuenta es imposible de expresar con una exactitud científica.
Más que ser una aproximación del tiempo real, el tiempo psicológico es un producto de nuestra mente. Como se mencionó en las investigaciones relacionadas al aburrimiento y a la atención, este tiempo psicológico es altamente influenciado por la cantidad de elementos que llamen nuestra atención.
Las funciones que el tiempo psicológico tiene en los seres humanos es que nos permite consciente juzgar la duración de un evento, como por ejemplo, el tiempo que nos toma cocinar el almuerzo, lo cual nos prepara para todas las ocasiones en el futuro en la que cocinemos el almuerzo bajo las mismas condiciones.
Esto quiere decir que a través del tiempo psicológico que estimamos de una actividad como cocinar es que recordamos al día siguiente cuánto tiempo nos podría tomar, lo cual repercute en la manera en la que planificamos nuestro día.
Al tener toda esta información que explica la razón por la que perdemos la noción del tiempo, ¿qué podemos hacer con ella, exactamente?
Conociendo el concepto de tiempo psicológico nos obliga a reconocer una clara diferencia entre el tiempo tal y cual como es, y la idea que tenemos del tiempo.
Por ejemplo, para una persona a la cual se le hace tarde constantemente, el reconocer que no hay siempre una concordancia entre el tiempo real del mundo y el tiempo dentro de su cabeza le ayudará a planificar con antelación sus actividades.
Una persona que suele tardar podría estar sobreestimando el tiempo que le toma bañarse, que le toma hacer ejercicio, que le toma realizar el recorrido hacia el sitio donde tiene una cita romántica, o sobreestimar el tiempo que le toma arreglarse.
Reconocer la existencia del tiempo psicológico la volverá más precavida y menos confiada, resultando en el desarrollo de un hábito de puntualidad.
Por otro lado, el conocer los efectos psicológicos del aburrimiento y la naturaleza de nuestra atención también nos beneficia en nuestro uso del tiempo. Aprendemos a evadir el aburrimiento a través de la ocupación de nuestra atención.
Evadir el aburrimiento es importante para las personas creativas, pues lo contrario al aburrimiento es el estado de flujo, donde disfrutamos cada segundo de alguna actividad como pintar, escribir, ejercitarnos, cantar, etc.
Sin embargo, se debe evitar la saturación de información. Una cosa es estar aburrido y otra cosa tampoco deseable es estar bombardeado de muchas cosas que no nos dejan concentrarnos.
De vez en cuando, lo que en verdad necesitamos es un estado balanceado de relajación, quitando cualquier cosa innecesaria que nos llame la atención negativamente.
Si nuestro interés es de carácter filosófico o espiritual, tanto el concepto de presente especioso como los de presente temporal/eterno nos pueden servir de gran ayuda en la búsqueda de atrapar ese presente que se pierde en el instante.
Probablemente nuestra mejor opción en ese caso es la práctica continua de alguna especie de meditación, según la escuela que sigamos.
Por último, vale la pena recordar una frase en francés referente al tiempo, que nos recuerda que debemos sacarle el mayor provecho al día: ¡Carpe diem!